14 de octubre de 2009

Analisís sobre la masacre de Avellaneda


A fines de 2001, el ex Presidente Fernando De la Rua renunciaba a su cargo tras sumergir al país en una fuerte crisis económica y social. Esto golpeó de manera contundente a los sectores más bajos de las clases sociales y desató el malestar general, perdiendo el consenso que tenía la población sobre el gobierno.
El acontecimiento que se registró el 26 de junio de 2002, que se recordará como “LA MASACRE DE AVELLANEDA”, sitúa al Estado como eje primordial de lo sucedido, ya que fue completamente vulnerado.

Por Huber Ezequiel Baca

Movimientos sociales se hicieron presentes en reclamo de trabajo y políticas sociales más equitativas. La Policía Federal reprimió contra los manifestantes y causaron la muerte de Maximiliano Kosteki y Dario Santillán, dos integrantes de dicha manifestación. A todo esto, el monopolio de la información por parte de los medios de comunicación, y la influencia del gobierno sobre estos, fueron un factor importante para tergiversar lo que realmente sucedió.

El hecho impacta, pero abre espacio a la reflexión y el análisis sobre el rol que cumple el Estado ante un acto democrático. Un gobierno ejerce la actividad política y puede tomar el timón del Estado a su semejanza. Y todo esto, produce un efecto desencadenante que parte desde el uso que se le puede dar a los elementos que tiene a su disposición.
El Estado está avalado para hacer uso legítimo de la fuerza física, siempre y cuando haya consenso. Sino no habría orden social. Aunque también hay que decir, que la policía, la cual debe utilizarse como función de defensa, fue utilizada para producir un acto de represión en plena democracia. Innecesariamente se podría decir, ya que esto no representaba una amenaza grave hacia el Estado. El derecho a la seguridad y a la vida se quebrantó totalmente. La fuerza legítima es un último medio que tiene éste para hacer cumplir las leyes establecidas. Pero en este caso no se estaba violando ninguna ley. Tal es así que la legitimidad quedo nula en aquél entonces, y se hizo uso de coerción ilegítima. Y en esta ocasión, los hechos se asimilan a las palabras del historiador Max Weber, quien decía: “Lo opuesto al poder legítimo es el poder de hecho”. Y el poder de hecho estuvo presente esa tarde.

Dentro de este contexto, hay que ver cómo actúan los actores sociales en cuestión y en qué situaciones intervienen. El sociólogo Torcuato S. Di Tella, en referencia a esto, dice: “Los actores no son individuos, sino grupos sociales, y sus actitudes deben ser vistas, en principio, como generadas por el contexto social”. Y tras el caos económico y social que se vivía en Argentina, el contexto no era alentador. Razón por la cual la gente salió a manifestar su disconformidad a las calles.

Entre los actores que se hicieron presentes ese día encontraban los movimientos sociales . Estos movimientos tenían un objetivo claro, un objetivo explícito: emprender una protesta social por el presente que vivía el país, en reclamo de trabajo principalmente. El teólogo Rubén Dri, expresa: “Los movimientos sociales no son partidos políticos ni quieren serlo, pero necesariamente guardan una relación con el poder”. En este caso, se lo relacionaron con partidos políticos de izquierda o, por lo menos, así quiso interpretarlo el gobierno. Tal es así que la policía intervino de manera ilegal en el establecimiento donde yacía el partido político de Luis Zamora. Pero hay que destacar al mismo tiempo, la ausencia de Luis D’elia y su movimiento social. ¿Por qué estuvo ausente? ¿Había una relación con el poder por parte de él?

El Gobierno de Duhalde fue otro protagonista principal en esta ocasión. A su disposición tuvo elementos claves: la policía y los medios de comunicación. Tuvo en sus manos el monopolio de la violencia, y fue así como lo aplicó: mediante la represión policial.
Pero, además, los medios de comunicación también son considerados actores sociales. Y no tendrían que ser considerados elementos del gobierno. Porque aunque éstos forman opiniones públicas y pueden manipular la imagen de un gobierno a su semejanza, deben ser independientes en cuanto a su ideología. Pero el 26 de junio de 2002, funcionó como un elemento más del gobierno. Los medios gráficos y televisivos, principalmente, desligaban al gobierno de todo acto y acusaban a los manifestantes de haber originado el caos y las muertes. Su actuar de manera implícita tergiversaba los hechos. Y de esta manera, se encubría lo sucedido.

Si la respuesta del gobierno hubiese sido otra, la historia hubiese cambiado. ”La democracia no es el silencio, es la claridad con que se exponen los problemas y la existencia de medios para resolverlos”, dijo alguna vez Enrique Múgica Herzog, político español. La pregunta es: ¿Tan carente de medios estaba el gobierno argentino que no tenía otra alternativa que usar la violencia, para la solución de los problemas expuestos?

1 comentario:

NADU dijo...

EXCELENTE HUBER!

NO SABÍA DE TU BLOG, ¡¡¡ MIS FELICITACIONES!!!