5 de octubre de 2009

Los premios Anti-Nobel


Los premios Anti-Nobel son una parodia de los premios Nobel que suele resolverse en las mismas fechas que los premios originales, aproximadamente en el mes de octubre. Están organizados por la revista de humor científica Annals of Improbable Research (AIR), y co-patrocinados por varias sociedades que ostentan la palabra Harvard en su denominación, como The Harvard Computer Society o The Harvard-Radcliffe Society of Physics Students. La gala de entrega se realiza en el Sanders Theatre, de la Universidad Harvard.

Su aceptación y popularidad desde su institución en 1991 es creciente con el paso del tiempo. Estos premios galardonan los logros de investigaciones que primero pueden provocar risas, pero después hacen que las personas piensen. Los premios pretenden celebrar lo inusual, honrar lo imaginativo y estimular el interés de todos por la ciencia, la medicina, y la tecnología.

Diamantes extraídos del tequila y un sujetador convertible en máscara antigás. Frente a la solemnidad de los premios Nobel, la revista humorística Annals of Improbable Research ha reconocido los descubrimientos más curiosos de este año, los conocidos como antiNobel.

En su decimonovena edición, los Anti-Nobel, nombre de estos premios, han convertido a unos investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México -Javier Morales, Miguel Apátiga y Víctor Castaño- en vencedores en la categoría de Química por probar que una de sus bebidas más populares, el tequila, vale su peso no en oro, sino en diamantes. Estos científicos han conseguido obtener del tequila, a través de un proceso químico, microcristales de diamante.

Este "brillante" descubrimiento tiene mucho valor, pero no tanta utilidad como el estudio vencedor en la categoría Salud Pública, que realizado por Elena N. Bodnar, Raphael C. Lee y Sandra Marijan en Chicago (Estados Unidos), ha inventado un sostén que, en caso de emergencia, se convierte en una doble máscara de gas: para su portadora y su posible acompañante.

Imposible Research basa su peculiar reparto de premios apoyándose en una afirmación de Isaac Asimov: "La frase más emocionante que puedes escuchar en el mundo de la ciencia, la que anuncia los nuevos descubrimientos no es tanto 'Eureka' como 'qué curioso'".

La lista de galardonados, por categorías, es la siguiente:
Paz: Concedido a un grupo de científicos de la Universidad de Berna que han conseguido demostrar -con casos prácticos- que un golpe en la cabeza con una botella de cerveza vacía es más peligroso una llena.

Veterinaria: Catherine Doyuglas y Peter Rowlinson, de la Universidad de Newcastle (Reino Unido), han demostrado que un trato personalizado hacia las vacas puede resultar más rentable: aquéllas con nombre propio dieron una mayor cantidad de leche que las que recibieron un trato "impersonal".

Medicina: Donald L. Unger, de Thousand Oaks (Estados Unidos), por hacer crujir los nudillos de su mano izquierda durante 60 años y probar así probar así que ese acto cotidiano produce artritis.

Física: La profesora de la Universidad de Cincinnati Katherine K. Whitcome consiguió desvelar, mediante un análisis científico, el misterio de por qué las mujeres embarazas no pierden el equilibrio.

Economía: Este premio ha ido a parar a los directores, ejecutivos y auditores de cuentas de cuatro bancos islandeses, por demostrar "que los pequeños bancos pueden transformarse en bancos enormes y viceversa y demostrar que lo mismo se puede aplicar a una economía nacional entera", explican desde Improbable Research.

Matemátcas: Recae en el presidente del Banco de Reservas de Zimbabue, Gideon Gono, por emitir recibos desde los 0,01 dólares hasta los 100 billones de dólares, en referencia al desigual reparto de riqueza de su país.

Líteratura: Otorgado a la Policía de Irlanda por haber puesto más de cincuenta multas al 'recordman' de las infracciones de tráfico en su país: un hombre que dio el nombre de Prawo Jazdy, palabras que en polaco significan "carné de conducir".

Biología: Fue a parar a Japón, donde científicos de la Universidad de Sagamihara demostraron que se puede reducir la masa de los residuos orgánicos generados por un hogar utilizando una bacteria extraída de las heces del oso panda gigante.