5 de octubre de 2009

El secuestro de Chávez

Opositores al gobierno del presidente venezolano Hugo Chavez, con gran fuerza mediática y en una gran conspiración generaron disturbios y muertes como excusa para detener la revolución bolivariana propuesta por el Presidente.

El 11 de abril de 2002, Venezuela fue víctima de otro golpe de estado. Pedro Carmona, titular de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela en ese momento, convocó a una manifestación en contra del gobierno constitucional. El desenlace derivó en el secuestro de Hugo Chávez y la asunción de Carmona como presidente de facto. La tergiversación y manipulación de lo acontecido por parte de los medios, fue un punto clave en esta historia.

Por Huber Ezequiel Baca

“Más cuesta mantener el equilibrio de la libertad que soportar el peso de la tiranía”, manifestó, alguna vez, Simón Bolívar. Sus palabras se acoplarían a los hechos ocurridos el 11 de abril de 2002. Porque el golpe de estado que se produjo en Venezuela fue un fiel reflejo de que la presión de grupos poderosos se puede manejar, pero no la libertad.

El Puente Llaguno fue el escenario principal de lo ocurrido. Tras la aprobación de 49 leyes por parte de Chávez a fines de 2001, entre ellas una nueva Ley de Tierras y un nuevo régimen para los hidrocarburos, un cierto malestar se desató en la Confederación de Trabajadores de Venezuela, la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela, y la gerencia de la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa). Estas organizaciones decidieron citar a una marcha con la idea de dirigirse al edificio central de Petróleos de Venezuela.
Pero eso no ocurrió. Carlos Ortega, representante de la Confederación de Trabajadores de Venezuela en ese entonces, sugirió desviar el rumbo de la marcha y dirigirse hacia el Palacio de Gobierno que se encontraba en Miraflores, Caracas. El concepto era claro: que el Presidente renunciara. Pero alrededor de la sede presidencial se concentraban seguidores de Chávez, queriendo evitar la desestabilización de éste.

A todo esto, los canales de televisión jugaban un rol importante. Las primeras imágenes exponían a grupos chavistas disparando desde lo alto del puente, pero no se sabía con certeza a qué o a quiénes disparaban. Los medios, en sus “interpretaciones”, indicaban que esos disparos eran dirigidos hacia el grupo opositor. Pero, en realidad, los chavistas estaban siendo atacados por la Guardia Nacional Venezolana.
Además de la policía, hubo disparos llevados a cabo por francotiradores, situados en terrazas difíciles de ubicar para las víctimas. Estos asesinatos (en su mayoría disparos en la cabeza) fueron posteriormente transmitidos por los medios de manera tal que pareciese que los culpables eran los simpatizantes bolivarianos; de esta manera justificaban el golpe de estado.

El desenlace concluyó en 19 personas muertas y más de 100 heridos.
Ante esta situación, Chávez ordenó la interrupción de la señal de los cinco canales más importantes del país. Él denunciaba el carácter de revolución de la manifestación originada por la CTV y Fedecámaras, quienes habían incitado la marcha hacia el Palacio de Miraflores, respaldado por los canales de televisión privados.
Al mismo tiempo, mandos militares le solicitaron la renuncia al Presidente. Fuertes versiones comenzaron a circular que Hugo Chávez ya había renunciado. Más tarde, Lucas Rincón Romero, general del ejército militar, confirmaba la renuncia. Sin embargo, luego se supo que los militares habían tomado la sede de gobierno y que, en la madrugada del 12 de abril, Chávez había sido secuestrado y, posteriormente, trasladado a fuerte Tiuna, un centro militar ubicado al sur de Caracas. Ese mismo día, otra iba a ser la historia: Venezuela tendría otro gobierno. Pedro Carmona, Presidente de Fedecámaras, tomó la presidencia.
Rápidamente, Carmona decidió abolir el parlamento, eliminar las 49 leyes aprobadas por Chávez, y desplazó y ordenó la detención a los principales funcionarios chavistas (gobernadores, alcaldes y concejales).

Miles de manifestantes rodearon el Palacio de Miraflores pidiendo por el retorno de Chávez al poder, argumentando que éste no había renunciado sino que lo tenían secuestrado. Se registraron también disturbios y saqueos, los cuales dejaron la suma de 40 muertos.

Pero el paso más importante aún no había llegado: en una base de la fuerza aérea ubicada en Maracay, la 42 brigada de Paracaidistas se sublevó contra el gobierno de turno, considerándolo “ilegítimo”. El general de División del Ejército Julio José Montoya declaró: "Llamamos a la junta de facto para que convoque en plazo no mayor de 15 días a un referéndum revocatorio de Chávez a fin de que sea el pueblo soberano el que tome la decisión si el Presidente se queda o se va".
A las 16.20 hora local, el comandante general del Ejército Efraín Vásquez salió a condicionar su apoyo a Carmona al afirmar: "Esto no es un golpe de Estado, nosotros respetamos las instituciones y no queremos violación a la Constitución, queremos y apoyamos a un gobierno de transición que respete el estado de derecho y la Constitución de 1999".
Al parecer, los militares retiraron su apoyo al presidente Carmona debido a su decisión de disolver por decreto los poderes públicos y dar marcha atrás con los 49 decretos propuestos por Chávez.

Carmona decidió atrincherarse en la fortaleza militar de Fuerte Tiuna: según agencias internacionales, llegó al lugar a las 17.17. Desde allí anunció la restitución del Congreso, y comunicó además que permitiría a Chávez irse de Venezuela.

El anuncio del general Vásquez fue aprovechado por el vicepresidente Diosdado Cabello con el fin de recuperar el poder. "Cabello asumirá durante la ausencia temporaria del presidente constitucional Hugo Chávez", dijo Julio Montes, embajador ante La Habana. Al mismo tiempo, Monjes afirmó que dentro del Palacio de Miraflores se encontraban detenidos 30 funcionarios pertenecientes al grupo de Carmona.
Viéndose cada vez más sólo, Carmona decidió renunciar. "Asumí tratando de que no se produjera un vacío de poder, pero en vista de que el Congreso sesionó y decidió juramentar en la presidencia a Diosdado Cabello, renuncio al cargo", fueron sus palabras.

Hubo otro factor importante en la caída de Carmona: cuando éste disolvió el Congreso la comunidad internacional censuró el nuevo gobierno, al que consideró el fruto de un golpe de Estado. Incluso, Estados Unidos apoyó la condena formal de la OEA (Organización de los Estados Americanos), a pesar de haber visto con buenos ojos la llegada de un nuevo gobierno. El Consejo Permanente de la OEA estaba dispuesto a aplicar a Venezuela la Carta Democrática, que prevé la suspensión de los países que violen los principios democráticos. De esa forma, el nuevo gobierno se enfrentaba al aislamiento internacional.

A las 22, Cabello asumió como Presidente provisional de la República Bolivariana de Venezuela e inmediatamente ordenó la búsqueda de Chávez en la isla La Orchila.

Finalmente, a las 3.45 del viernes 14 de abril, Chávez arribó al Palacio de Miraflores en un helicóptero: allí lo esperaban sus ministros, miembros del alto mando militar, y unos 200.000 manifestantes.

Tras el retorno al poder después de su liberación, Hugo Chávez siguió su mandato. Actualmente, los conflictos con los medios de comunicación son constantes, y la política implementada por el presidente atrae polémicas. Pero más allá de eso, una marca oscura quedó aquel 11 de abril de 2002. Una marca que se pudo superar, pero no olvidar.

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