9 de noviembre de 2009

Existo, luego pienso


Caminaba y caminaba pensando en su futuro. Pero, ¿Tenía futuro?

Julito, como lo llamaban sus amigos, era una chico por demás simpático, tenia muchos amigos y se relacionaba muy bien con las personas. La suerte siempre estaba de su lado y aunque su peculiar forma de ser era admirable, paradójicamente, pasaba por la indecisión de buscar nuevos horizontes.

Él sabía que los problemas de no poder terminar el secundario podría ser una manera de cambiar su futuro, no era por no tener una inteligencia acorde a su edad, sino que no tenia constancia en los quehaceres escolares. La rebeldía, la vagueza y su dejadez lo tenían totalmente feliz, pero ese no era el punto, sino, si el día de mañana iba a serlo.

La gente que lo apreciaba, lo incentivaba en cada oportunidad que se presentaba y le ejercía una cierta presión sin darse cuenta. Capaz, que eso, él lo tomaba de una manera de ayuda internamente, pero a la vez quería mostrar su orgullo y mostraba una coraza de autodefensa permanentemente, sabiendo que la razón la tenía él.

En ese trayecto, del camino de la casa de su novia hasta su hogar, su cabeza era un conjunto de pensamientos con incertidumbres. Julito sabía que todo dependía de él, no quería abandonar cada año que pasaba el colegio, ya sea por sus inasistencias o por su falta de estudio. Tenía que darse el momento adecuado pensaba. Pero, ¿Cuándo era el momento?

Decide dar una vuelta de tuerca a su vida, él sabía todo lo que significaba, pero no lo que iba a venir.

Cuatro años con esfuerzo y dedicatoria fueron los que hizo para tener lo que quería, su tan preciada meta había finalizado. El titulo del secundario estaba siendo entregado por su padre y un abrazo expulsaba su sensación de satisfacción.

Había cumplido esa meta que tanto lo aquejaba y tanto le pedían sus seres queridos.
Sin embargo, ¿Era feliz? ¿Realmente eso era lo que lo aquejaba?

No sabía si la felicidad estaba en encontrar su futuro. Ahora debía alejarse de muchas cosas, lo esperaba la universidad. Algo diferente, algo innovador…

Su nueva estadía en una ciudad a 400 Km. de su pueblo era lo que lo esperaba. Sensaciones de soledad, ya que no tenía a nadie allí.
Los días pasaban y la tristeza siempre estaba presente. A pesar de haber conocido nueva gente, no era lo mismo. A pesar de que le iba bien en la universidad, tampoco era lo mismo.

Al fin y al cabo, él antes era feliz siendo ese joven irresponsable. ¿Por qué se preocupó por su futuro, si en realidad la felicidad no estaba en lo que vendría?

Cansado de todo, decidió volver a su ciudad. Nadie lo entendió. Sólo algunos.
Nunca pudo entender porque lo aquejó tanto el futuro ¿Por que tuvo que pensar en su porvenir? Si al fin y al cabo el era feliz en el presente. En vez dejar venir el futuro por si mismo, fue en busca de él. Y ese fue su error.

Los momentos llegan, tarde o temprano llegan, retumbaba en su cabeza. Cuando de repente, un grito lo hace volver a la realidad. Todos esos pensamientos concluían en la puerta de su hogar. Todo su futuro pasó en su mente. Su padre abre la puerta de su casa y le pregunta que le pasaba.

-Soy feliz- dijo Julito.
-Hijo, la felicidad no existe, solo existen momentos felices- respondió el padre.
-Entonces en este momento estoy feliz- agrega Julito
-Disfrutá hijo, porque la vida es una sola y son pocos los momentos felices- vuelve al responder el padre
-Si viejo, la vida es una sola y los momentos felices son pocos, pero para disfrutar tengo que vivir el presente y no estar tan pendiente del futuro- concluye Julito
-Hijo, si el futuro fuera como lo imaginamos, sería glorioso- alegó el padre
- No lo creas papi, no lo creas…

Por Huber Ezequiel Baca

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