3 de diciembre de 2009

Mujíca: el hombre que llegó


El hombre que obtuvo la presidencia uruguaya es el mismo que combatió en la guerrilla del Movimiento Tupamaro, el mismo que fue Ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, el mismo que fue senador y pasó revista a la tropa que lo apresó y torturó. Pero, ¿es el mismo? ¿Quién es el aclamado “Pepe” Mujica? Andrés Repetto rememora una entrevista mano a mano en su austera chacra de Montevideo, cuando su imagen todavía no había sido amoldada para hacerlo “presidenciable”. Este es el fragmento de la entrevista:

"El 2 de marzo de 2005, justo un día después de la asunción de Tabaré Vázquez como presidente de Uruguay, entrevisté al por entonces flamante ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca José “Pepe” Mujica en su chacra a las afueras de Montevideo.

La entrevista había sido concertada el día anterior y Mujica no tuvo mayores inconvenientes en recibirme, pero me solicitó que lo hiciera a primera hora del día, porque le esperaba una jornada complicada.

Allí estuvimos junto a Alejo Moñino (actual Director Periodístico de Observador Global) cuando el sol todavía no había asomado. Golpeamos nuestras palmas y cuando los perros comenzaron a ladrar, el propio Mujica salió a recibirnos, mate en mano, vistiendo pantuflas y una camisa vieja y arrugada.

Lo primero que nos sorprendió fueron las dimensiones de la chacra. Apenas dos o tres piezas casi sin decoración, con piso de cemento, en un terreno no muy grande por el que deambulaban algunos animales sueltos. Su esposa era su única compañía. Ni guardaespaldas, ni autos lujosos, ni ostentación de ningún tipo. Descubrimos de entrada, al meternos en su casa, que se trataba de un hombre de campo que hacía de la austeridad su estilo de vida.

Sabíamos que ese hombre grande sentado delante nuestro, mate en mano, tenía un pasado increíble que merecía ser contado. Aunque era el hombre fuerte del gobierno de Tabaré no supusimos entonces que casi cinco años después lo veríamos obtener en segunda vuelta la presidencia del país.

Ahora que la imagen de Mujica fue moldeada para hacerlo “candidateable” y así captar el voto de aquellos indecisos que desconfiaban de sus intenciones, queremos recordar algunas de las declaraciones volcadas en aquella charla que duró más de una hora y en la que el “Pepe” transitó por su historia, reflexionó sobre las esperanzas en el gobierno de Tabaré (con quien tuvo luego muchas discrepancias) y se mostró más preocupado por el futuro que por el pasado.

¿Qué pensó y sintió cuando juró en el Parlamento y cuando tuvo que presenciar el desfile militar del mismo batallón que lo capturó y torturó?

En 40 años, pasan muchísimas cosas, las suficientes como para perder el pelo y otras cosas. La vida pasa y de aquel batallón lo único que queda son los trapos y el nombre. Me parece ridículo cobrarle a los trapos y a los nombres. En la vida hay heridas que no te las paga nadie. En la vida hay que cicatrizar y cargar con la mochila de ciertas cicatrices. No se trata de olvidar, se trata vivir con signo positivo, hacia adelante, porque no se vive hacia atrás. Hay un dolor en ciertas imágenes que a uno le pasan por la cabeza, de cierta gente que no está, pero uno no tiene derecho a que ese dolor lo “embozale”. Nosotros nunca fuimos una guerrilla, fuimos un movimiento político con armas, que es una cosa distinta. Priorizamos lo político por encima de las armas, y por eso estamos vivos políticamente.


¿Cómo se hace para pasar de esa austeridad en la vida privada a la función pública, a un gobierno, y que eso se refleje?


Yo soy ministro de un país, pero vivo como un hombre de barrio y así voy a morir. Tenemos la misma ética de nuestros años juveniles: cambiamos el arsenal, los caminos y todo lo demás, pero no cambiamos la ética, porque en definitiva, estamos embarcados en un proyecto que es promover a los más débiles de nuestra sociedad. Tal vez la gente nos quiere por eso.


En nuestro caso, la austeridad no es austeridad, es lucha por la libertad. Los que pierden la libertad son los que se dejan enganchar por la sociedad consumista, porque cuando usted compra algo, no lo hace con plata, lo compra con tiempo de su vida que tuvo que gastar para tener esa plata. Se es libre cuando uno tiene tiempo libre para hacer con su vida lo que se le canta. Cuando usted tiene que salir a pelear la chaucha para los gastos materiales, ya no es un hombre libre o una mujer libre. Es un hombre o una mujer sometido a la ley de la necesidad. Nosotros lo tenemos muy claro. No somos austeros porque tenemos mentalidad de cartujo, somos austeros para tener la mayor cantidad de tiempo disponible para dedicárselo a las cosas que nos motivan, que es una cosa distinta.

Cuando éramos jóvenes, teníamos un problema con el sistema. Nos creíamos que íbamos a transformar el mundo cambiando las relaciones de propiedad y todo lo demás. A tanto cascotazo y tanta cosa que pasó en el mundo, muchas de esas cosas siguen siendo válidas pero son epidérmicas. Si no cambia la cultura, no cambia nada, y si no cambian los valores, no cambia nada. Entonces, hoy nos toca vivir un reproche con la civilización, porque es una civilización mentirosa. Al ser una civilización criada en el “use y tire” y en el hartazgo, no hay para todos, lo cual quiere decir que hay un Tercer y un Cuarto Mundo que están condenados, inevitablemente condenados.


Lo que estoy defendiendo es que el mundo necesita otro orden. No se pueden hacer cosas para descartar, porque lo que estamos descartando es la vida humana. Yo no voy a cambiar esas cosas, tengo 70 años, pero las tengo que dejar titilando. Mientras tanto, hay que dar una pelea con el hombre de la calle, porque esto es una postura filosófica, y al tipo de calle, si no le resolvemos el problema del guiso, no me da pelota. Y si no me da pelota, no hay fuerza política.


Cada pueblo y cada sociedad tienen el derecho a trazarse su camino. Para los latinoamericanos el destino de una nación tiene que ser un principio que nadie debe determinar desde afuera. Eso es concederle al mundo rico el derecho a que se nos meta adentro y resuelva por nosotros. Si los musulmanes tienen un problema con el velo y no les gusta, ¿qué derecho tengo de ir a imponerle a palos mi manera de pensar? Estamos fritos si concedemos eso."

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