Un estudio realizado por la Asociación Civil Periodismo Social, entre los meses de julio y octubre de 2009, sostiene que el 70% de los siete diarios más importante del país, no tienen un proceso de seguimiento de las noticias vinculadas a la pobreza. La excepción son aquellas que, por su impacto, ocupan la agenda varios días. También, que hay pocas fuentes relacionadas a este asunto y que más del 60% consulta como fuente a individuos que ejercen en el gobierno o especialistas; excluyendo así a las personas afectadas como primera opción. ¿Por qué tanta exclusión? ¿Cuál es el motivo por el cual varios periodistas, no se comprometen con las historias de vida de los afectados, cómo valor periodístico? ¿Qué lleva a los informadores a que utilicen un lenguaje peyorativo?
Por Huber Ezequiel Baca
Cuando los medios de comunicación tratan este tipo de noticias, resulta chocante escuchar o leer el vocabulario que utilizan para cubrirla: “Indigentes”, “Marginados”, “Carentes”, “Precarios”, “Excluidos”, “Necesitados”, “Mendigos”. El lenguaje peyorativo por parte de los periodistas genera no sólo una estigmatización sobre este tema, sino también, una ofensa a aquellas personas que se encuentran en esa situación. Asimismo, es necesario decir que éstos encasillan todo el tiempo términos que se hacen usuales en la vida cotidiana. Al ser proveedores de información y tener una llegada masiva a diferentes sectores del país, imponen pensamientos sobre gran parte del público. Esto genera que se establezca como un tema común o se adopte una misma idea que el informante en cuestión. Hay que tener en cuenta que “un pobre” no es un “NBI”, sino una persona cuyos derechos humanos básicos no están siendo garantizados. Al mismo tiempo, es habitual que a los afectados se los haga responsable de su condición, ya sea por omisión o acción de sus necesidades.
Se necesita un cambio. Principalmente, en la forma de comunicar. El periodista debería integrar a todos los actores sociales del escenario público, y establecer una pluralidad en la cobertura de los hechos. Sumado a esto, dejar de lado los intereses, la segmentación de los temas sociales, el énfasis sobre la inseguridad, el sensacionalismo, la criminalización y el mal uso del lenguaje. Es fundamental sumar a los protagonistas como fuente, como también respetar la intimidad de ellos. Los afectados son seres humanos y no un número estadístico. Ante este problema se debe ofrecer una solución. La información que se emite, debería ser considerada un servicio para el lector. Pero en la mayoría de los casos no lo es.
Es imprescindible dar a conocer lugares, espacios o direcciones a la sociedad; para que sepan a donde dirigirse. Tanto sea para los que necesitan de esa ayuda, como para los que estén en condiciones de ofrecerla. También, Incluir a las ONG’s a la misma altura que a los actores provenientes de la política y la economía, ya que aportarían una mirada más profunda sobre la problemática en cuestión y facilitarían material necesario para efectuar algún tipo de ayuda.
15 de mayo de 2010
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